La cosmética BIO también puede ser cosmética

Deformación profesional, consumismo, pijerío…llamadlo como queráis. Pero soy una firme defensora de los packagings bonitos...

Ya sé que “lo más importante está en el interior”. Pero si lo de fuera acompaña, mejor que mejor.

Una de las cosas que más me molesta de la cosmética ecológica, es la tendencia de algunas marcas a existir para y dentro de un gueto, de no querer o saber dejar atrás el lado “herbolario” de la fuerza.

Porque perdonad que os diga, pero un herbolario NO es glamuroso.

No voy a exponer aquí ningún ejemplo de ese tipo de packaging de otro siglo que todos tenemos en la cabeza. Aunque puede que sí lo haga en mi blog, donde no temo ser políticamente incorrecta…

Yo estoy firmemente convencida de que, poniendo los medios, la cosmética orgánica puede (y debe) jugar en el patio de los mayores, como decimos en Francia. Pero para eso, tiene que vestirse como ellos.

Así lo hace MATARRANIA: sus packagings son una de las razones por las que me he enamorado de esta marca, y por las que creo que puede llegar a un público mucho más amplio que su “público objetivo”.

El asunto del envoltorio no es tan baladí como algunos puedan pensar.

Como su etimología indica, un cosmético es algo que deberíamos relacionar con la belleza: proviene de “cosmos”, que significa orden, limpieza, armonía. Es lo contrario al caos.

Si esa armonía, ese “adorno” del cosmético se hace extensible a nuestro cuarto de baño, nos sentiremos guapas (y guapos) solo con mirarlo.

En ese sentido, los packagings de MATARRANIA son sencillamente perfectos:

Lo suficientemente sencillos para adaptarse a cualquier gusto y ambiente, pero con el toque de color y diseño que los distingue de los demás.

Fabricados a partir de vidrio reciclado en un 30%, y cajas de cartón 100% reciclado, también nos hacen sentir personas más bellas.

Para mí, sencillamente, rozan la perfección.

Parecen estar diciéndome: “Mira, se puede hacer algo genial sin mucho derroche.”

Y me gusta.