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El coste económico, ambiental y social de los portes

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Los portes no son gratis, tienen un coste económico, ambiental y social. El comercio electrónico tal y como lo vemos hoy tiene los días contados.

Hemos experimentado un tremendo boom del comercio electrónico. Casi todos compramos online por comodidad, por la gran oferta disponible, por precio y porque, además, nos lo traen a casa a un coste muy bajo o “gratis”.

El modelo en que los portes son gratuitos tiene los días contados

¿Por qué? No podemos esconder para siempre su gran coste económico, ambiental y social.

El coste económico suele interiorizarlo el vendedor, que ofrece los portes gratis y usa un pedido mínimo como reclamo para incrementar el valor de la cesta de la compra. Pero lógicamente existe, y cada envío tiene un coste económico que, de una u otra forma, repercute en el precio final o en la economía del vendedor. 

El coste social es también evidente. El sector del transporte de mensajería no siempre tiene todas las garantías sociales, sobretodo si eres autónomo, la furgoneta es tuya, cobras un pequeño porcentaje por paquete entregado y eres responsable de las pérdidas, robos o roturas del envío.

El coste ambiental es también importante, ya que está basado en un consumo ingente de recursos fósiles invertidos. Los pedidos llegan en furgonetas que se rellenan con gasolina o gasóleo y eso tiene un alto impacto ambiental y su consecuente contribución al cambio climático. La era de los combustibles fósiles tarde o temprano (más mañana que pasado, en la escala geológica) va a terminar. Los coches eléctricos no son la solución perfecta. Funcionan con electricidad que se ha producido con:

-   combustibles fósiles (gas, petróleo o carbón)

-   con el peligroso uranio y las nucleares

-   o con fuentes de energía renovables como la fotovoltaica, eólica o hidroeléctrica (entre otras)

El coche eléctrico también contamina

El objetivo real debe estar en reducir la necesidad del transporte, bien de mi persona, mi familia o los bienes que adquiero y los alimentos que consumo.

Además, ¿qué sentido tiene adquirir un producto ecológico y sostenible online, recibirlo al día siguiente en una caja de cartón protegida y una furgoneta que ha hecho pocos km en una ciudad, y muchos en un pueblo? En el sector del consumo ecológico, en que nuestras decisiones de consumo intentan minimizar el impacto ambiental, no tiene mucho sentido.

Si el coste real del transporte, económico, ambiental y social estuviera gravado en el pedido, quizás seríamos más conscientes del impacto de las compras online y decidiríamos:

-   seguir con la compra y asumir el coste

-   o practicar un consumo de proximidad en las tiendas de barrio.

Pero es difícil tomar consciencia de algo que es “gratis”, no se visualiza o de lo que no se habla. Aunque el debate lleva sobre la mesa unos años, como podemos leer en este artículo de CC News o en este otro de El País.

Envíos climáticamente neutros

Una de las mejores opciones para visibilizar el coste del transporte del comercio electrónico es invertir su cuantía en proyectos ambientales o sociales. Esa inversión puede hacerla el consumidor, el vendedor o repartirla entre ambos. A día de hoy, la empresa de mensajería con la que trabajamos ya ha implantado un sistema de medición de contaminación de sus vehículos en valor de Kg de CO2 emitidos a la atmósfera, informes que pone a disposición de los clientes. Desde MATARRANIA estamos estudiando de qué forma podemos compensar estas emisiones de nuestros envíos.

Ojalá sean muchas las tiendas online las que se unan al concepto de “envío climáticamente neutro” y ayuden así a visibilizar el coste real del transporte.

 

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