La realidad de la vida rural: ventajas y desventajas

Vivir en un pueblo tiene sus luces y sus sombras. Pero como todo en la vida, ¿no? Si estás pensando en dar el paso y mudarte a una localidad pequeña y tranquila, es importante que valores todo. Es fácil dejarse llevar por la imagen idealizada y la romantizada que se muestra desde algunos medios (de hecho, es posible que nosotras también contribuyamos a esa creencia algunas veces). Y es que la vida rural tiene mucho bueno, si no, no estaríamos aquí… pero hoy vamos a intentar abrir las miras y mostrarte la foto completa (o, al menos, tal y como la vemos nosotras).

¿Cuál es la parte buena?

Aquí no vamos a extendernos mucho porque, seguramente, es la parte que conoces de sobra: menos ruido, menos prisas, menos gasto (normalmente), relaciones estrechas con el vecindario, conexión con la naturaleza…

¿Y cuál es la parte no tan buena?

Es importante saber que hay algunas ciertas cuestiones de vivir en un pueblo que pueden resultar más incómodas y con las que hay que aprender a lidiar. Por supuesto, cada pueblo tiene su idiosincrasia y su situación concreta y lo que a continuación narramos son las desventajas, desafíos o retos que hemos apreciado en algunos pueblos de Aragón:

- Menor oferta cultural

Hay pueblos y comunidades muy dinámicas que trabajan con esmero en crear propuestas para sus vecinas y vecinos, esto lo sabemos bien. Pero es innegable que la oferta de ocio y cultura en las localidades más pequeñas es limitada, tanto desde lo público como, por supuesto, desde el sector privado. Hay menos clientes/usuarios potenciales y, por tanto, no proliferan tantos proyectos como en la ciudad. Esto tiene un reverso muy bonito y es que, ante la falta de propuestas externas, es la propia ciudadanía la que piensa, se une y crea espacios y entornos para disfrutar. Por tanto, se crea un tejido social más despierto y más cooperativo.

- Oferta de empleo limitada

En los pueblos observamos menos oportunidades laborales que en la ciudad. De nuevo, en las ciudades se concentran más personas y, por tanto, el desarrollo de servicios, comercio, industria es mayor en las grandes urbes. Además, las ciudades albergan más instituciones educativas y centros de investigación que suponen un caldo de cultivo excelente para la formación de profesionales y la creación de empleo.

¿Y es que no hay empleo en los pueblos? Sí, lo hay, especialmente en torno al sector primario, al turismo o a la manufactura de productos artesanales como la cosmética ecológica de Matarrania. Además, en los últimos años se ha instalado en España la cultura del teletrabajo y muchos profesionales han aprovechado la oportunidad de trabajar desde casa para mudarse a un pueblo.

- Falta de vivienda de alquiler

Cada vez es más complicado encontrar una casa en régimen de alquiler, que facilite y fexibilice la llegada de nuevos pobladores en las zonas rurales. "Se busca pueblo con casa", rezaba el lema del Congreso de Periodismo y Repoblación que se celebró en la localidad aragonesa de Urriés en noviembre de 2023 para informar y denunciar las dificultades para encontrar residencia en el medio rural.

En este reel de Instagram, nuestra compañera Sofía ofrece algunos consejos sencillos para facilitar la búsqueda de vivienda rural.

- Pérdida de intimidad

Y cuando, por fin, encuentras vivienda, empleo y te asientas en el pueblo… ¡Llegan las relaciones personales! Aunque una comunidad pequeñita y estrecha tiene ventajas maravillosas, también significa, irremediablemente, pérdida de anonimato. Esto puede resultar incómodo para personas más individualistas, que priorizan su privacidad y su intimidad.

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Con todo, para nosotras sigue compensando vivir y trabajar por y desde el pueblo. En Matarrania trabajamos por un desarrollo sostenible de nuestras zonas rurales a través de la creación de empleo de calidad, del impulso del consumo local y de la búsqueda de colaboraciones con otros actores rurales. Hay que enfrentarse a retos diarios, sí, pero como en cualquier parte del mundo.