Consejos para el cuidado de las uñas
Las uñas son una modificación de la epidermis (la capa más externa de nuestra piel), una estructura anexa de la piel formada por células muertas endurecidas. Es un órgano de protección de las yemas de los dedos, y en su matriz (la zona donde comienza a nacer la uña) hay muchas terminaciones nerviosas y vasos sanguíneos que influyen en el sentido del tacto. Están formadas básicamente por queratina, una proteína fibrosa que el cuerpo produce de manera natural y que proviene en su mayor parte de los huesos. La queratina procura el correcto crecimiento y formación de la uña, que crece mejor cuanto mayor sea el riego sanguíneo. Por eso con la edad disminuye la velocidad de crecimiento, y aumenta en verano, durante el embarazo o crecen más rápido las de la mano dominante (diestra o zurda, según el caso).
¿Uñas frágiles y quebradizas?
La media de crecimiento de una uña es de 0,1mm al día, pero varía en función de la edad, la estación del año, la alimentación, la actividad que realicen las manos... Estos mismos factores influyen también en el estado de las uñas, en su capacidad para quebrarse o romperse. Estas son las principales causas de la fragilidad de las uñas:
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Envejecimiento.
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Alteraciones ante rozamientos o golpes propios de nuestras tareas cotidianas.
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Estado de debilidad o de defensas bajas tras una enfermedad común.
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Reflejo de problemas más concretos de salud, como déficits vitamínicos, tiroides, anemia, endocrinopatías, alteraciones renales o hepáticas.
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Toma recurrente de determinados medicamentos que pueden alterar lentamente el crecimiento normal de las uñas.
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Excesiva exposición a la humedad.
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Uso continuado de esmaltes y, sobre todo, de productos agresivos para retirarlos.
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Infecciones bacterianas u hongos.
Sea por uno u otro motivo, incluso por varios de ellos a la vez, las uñas pueden presentar diversas afecciones siendo las siguientes las más habituales:
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Manchas blancas (leuconiquia), que erróneamente se han achacado a una falta de calcio, cuando en realidad son pequeñas lesiones de la uña tras un proceso inflamatorio o un traumatismo en la matriz de la misma, provocando que la queratinización sea anormal.
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Rotura o levantamiento de la uña (onicólisis).
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Exfoliación en láminas o capas transversales a partir del borde libre (onicosquisis).
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Padrastro, pequeño trozo de piel que se levanta de la carne inmediata a las uñas de las manos, y que no debemos arrancar ni morder para evitar desgarros e infecciones. Han de cortarse con unas tijeras adecuadas y aplicar un desinfectante en caso de dolor.
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Uñero o infección de la piel que rodea a las uñas (paroniquia).
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Fisura o rotura en el interior de la uña que no comienza en el borde (onicorrexis).
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Aspecto mate y rugoso de la superficie (traquioniquia).
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Infección por hongos (onicomicosis), manifestada por cambio de color, de forma y/o de textura.
Cuídalas en casa de manera natural
En general, la fragilidad y tendencia a la rotura de las uñas es un problema habitual que de ser muy recurrente o en caso de estar originado por causas internas, debe combatirse con la ayuda de un médico o especialista. Si la fragilidad de las uñas se debe únicamente a motivos de índole externo, conviene tener en cuenta una serie de consejos y hábitos higiénicos muy sencillos:
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Mantenerlas siempre limpias y cortas, prescindiendo del uso de tijeras o cortauñas y optando por limar el borde periódicamente con una lima suave.
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Llevar una alimentación sana y equilibrada que nos asegure un aporte adecuado de vitaminas, minerales y aminoácidos.
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Evitar dentro de lo posible un exceso de contacto con el agua.
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En el lavado habitual de las manos disminuir el uso de jabones o bien usar jabones suaves o sin detergentes.
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Aplicar frecuentemente crema hidratante para manos y uñas, a ser posible tras cada exposición al agua.
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Protegerlas con guantes tanto para salir a la calle como para usar productos de limpieza y otras sustancias químicas que las pueden perjudicar.
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Espaciar los tratamientos de manicura tanto por la acción del limado y pulido como por la agresión de los esmaltes y quitaesmaltes sobre piel y uñas. Es aconsejable no aplicarlos más de una vez por semana, y cada cierto tiempo dejar que la uña respire sin ningún tipo de producto.
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Fijarnos en la composición de los productos que usamos para hidratar nuestras manos y esmaltar nuestras uñas, con el fin de evitar ingredientes tóxicos para la salud y agresivos para la piel.
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No usar esmaltes ni limarlas en caso de algún tipo de afección concreta (hongos, uñeros...).
Tratamiento bio para manos y uñas
A la hora de escoger un producto con el que hidratar y proteger manos y uñas, recomendamos optar siempre por la cosmética natural. La Reparadora de manos y uñas 100% bio de MATARRANIA repara, suaviza e hidrata en profundidad, protegiendo la piel de un envejecimiento prematuro y aportando los ingredientes emolientes suficientes para reforzar las uñas.
Está elaborada con aceite de oliva virgen extra ecológico, producido en España, de calidad virgen extra y prensado en frío, en el que se han macerado romero y salvia de los prados (Salvia pratensis), una planta poco conocida pero muy común en el clima mediterráneo y utilizada en climas de montaña para cicatrizar las heridas de las manos y de las uñas. El aceite de almendras dulces y la cera de las abejas hidratan y protegen de agentes externos, y los aceites esenciales de eucalipto (antiséptico, balsámico, estimulante, tónico y oxigenante) y de bergamota (antibacteriano) completan esta fórmula 100% natural y eficaz para el cuidado de las uñas.
Es necesario seguir una rutina constante para conseguir recuperar la elasticidad y jugosidad de la piel. Debe aplicarse al menos una vez al día, preferentemente por la noche, dando un suave masaje en las manos, insistiendo sobre las cutículas para así activar así la circulación y favorecer la absorción de nutrientes. Lucir unas uñas sanas y bonitas está en tus manos.