Cómo se produce la manteca de karité
Os contamos hace unos meses en el blog qué es la manteca de karité, de dónde proviene y cuáles son sus beneficios para la piel. Es un ingrediente apasionante en todas sus fases, desde el exotismo del árbol del karité a la curiosa textura final, pasando por la increíble forma artesanal y tradicional en la que se elabora, prácticamente un ritual de la cultura africana en la que la protagonista es la mujer.
Las nueces de karité se cosechan de mediados de junio a mediados de septiembre. Las mujeres africanas siguen un riguroso proceso de recolección y preparación del fruto, que se lleva a cabo en varias fases: varean los árboles (al igual que hacemos en la recogida de la aceituna), recogen las nueces del suelo y las dejan secar al sol en torno a una semana. Después las seleccionan, las lavan para eliminar impurezas y las hierven unos minutos, volviéndolas a dejar de nuevo secar al sol durante un par de semanas.
Es entonces cuando las machacan con unos morteros muy grandes, para poder abrirlas y después extraer con cuidado las almendras, que vuelven a lavar y a dejar secar antes de hacer la manteca. Las que hayan germinado o estén aplastadas las dejan aparte para hacer jabón. En este enlace de Aula Natural podemos ver un interesante vídeo de este proceso.
Una vez preparados los frutos, se procede a extraer la manteca, para lo cual hay tres métodos diferentes:
◾ El método tradicional: las almendras se machacan, se tuestan y se van amasando, añadiendo agua caliente hasta formarse la manteca. Es la forma de obtener manteca de karité casera, el proceso también puede verse en el vídeo del enlace anterior.
◾ Por presión en frío: las almendras se aplastan en una prensa. Este método mecánico no permite extraer toda la mantequilla, ya que se pierde parte de ella en la tuerca. Pero es el método que permite tener la mejor calidad de manteca, ya que elimina de manera natural el olor amargo propio del karité y preserva el máximo de sus activos, vitaminas y virtudes.
◾Extracción por disolvente: es un proceso químico que se va a prohibir, pero que aún está vigente. Es más rentable porque aprovecha más cantidad, pero produce una manteca de karité de calidad mucho más baja y que puede ser perjudicial para la salud, ya que la mantequilla todavía contenida en las almendras se disuelve en el hexano. La manteca de karité se recupera una vez que el hexano se evapora.
Una vez extraída, la manteca puede mantenerse de forma natural o refinarse. El proceso de refinado consiste en tres etapas:
◾ Neutralización, que elimina los ácidos grasos que pueden oxidarse.
◾ Desodorización, que quita el olor característico del ‘shea’ (karité).
◾ Decoloración, que permite obtener un color blanco.
El refinamiento convierte la manteca en un elemento neutro sin olor ni color, un producto estandarizado que se mantiene más tiempo. Pero tiene el inconveniente de destruir una parte de los principios activos tan beneficiosos de este ingrediente. Por eso, en la cosmética bio de MATARRANIA utilizamos una manteca de karité fresca, obtenida por presión en frío y sin refinar, con su tono amarillo natural y el característico olor a karité. Es un toque diferente que, al combinarse con nuestros aceites vegetales y esenciales, crea nuevas notas aromáticas para nuestra cosmética bio, que sigue oliendo a naturaleza y a Mediterráneo.
La manteca de karité está presente en la fórmula de todos los bálsamos de tratamiento facial y en algunos de cuidado de zonas específicas, como la Embellecedora de cuello y escote, Reparadora de manos y uñas, Bálsamo reparador de hipérico y Culito Sano.